Pecar contra tu boca, hasta matarme la locura...

jueves, 28 de octubre de 2010

*****Hoy****

De todas las cosas que dije, sólo me arrepiento de una.


Te quiero.


*****************************************************************************************

martes, 19 de octubre de 2010

Proyecto 4 de adictos a la escritura


Caminaba como siempre, mirando al suelo. Observaba con detenimiento las puntas de sus Converse rojas moverse adelante y atrás, adelante y atrás. Pasito a pasito, por un camino de baldosas, posiblemente no amarillas, como una Dorothy moderna, y algo mod, perdida en medio de un bosque de asfalto. No sabía que le ahogaba más, si todo el dióxido de carbono del aire o esa sensación de vacío que sentía cuando llegaba a casa. Quizá fuera hora de cambiar de vida. Es decir, ¿qué la impedía irse lejos de allí? Su madre la sobreprotegía, su padre no la hacía mucho caso, por lo que quizá era la hora de ir a un lugar nuevo.

- ¿A dónde te gustaría ir, Enrique? – preguntó en voz alta a su colgante de mariposa, el cuál su hermano Enrique le regaló el día de su cumpleaños, el último que celebró con él. – ¿Te gustaría un lugar cómo, no sé, Córdoba? – Hizo una pausa pensando qué le contestaría su hermano. – Si, quizá haga demasiado calor en verano para mí.

Muchas de las cosas se las consultaba a él, o por lo menos ella hablaba con él, el hecho de responderle no era algo que importase en realidad. Hablaba de lo que hacía durante el día, o de cómo se encontraba mamá. También de cómo estaba de ánimo, aunque a veces no hacía falta contárselo porque los ojos de color negro lo vaticinaban. Nunca sabía exactamente de qué manera llegaba a los sitios, porque sólo veía asfalto, y la cortina de pelo chocolate le tapaba la vista lateral como a los caballos que solo quieren que miren para el frente.

Aquel día llevaba su guitarra a la espalda ya que pensaba subir hasta el cementerio viejo a tocar algo puesto que allí sabía que no la molestaría a nadie, y de paso haría una visita a todos aquellos que no la tienen desde hace varios lustros. Pero antes pasó por un Starbucks a por un café humeante, un capuchino delicioso que le calentase los dedos antes de subir allí a rasgar su voz. En la cola dio a la persona de atrás al moverse, con su guitarra, y al darse la vuelta para pedir perdón volvió a atizarle.

- Quieta, juro que no te robaré el dinero. – soltó el golpeado subiendo las manos simulando un atraco curiosamente.

- Lo siento, en serio, pero este condenado trasto es más grande que yo. – y al alzar la vista, pudo ver a un chico rubio, de ojos azules mirándola. No era ni guapo ni feo, de ese tipo que pasaría desapercibido si no fuera por el color de sus ojos, intenso como el mar.

- No pasa nada, si me invitas al café. – Ella abonó su café con leche de comercio justo y le echó una sonrisa tímida.

Salieron juntos del establecimiento, y mientras paseaban ella averiguó que tenía ascendencia Noruega, más concretamente su padre, de ahí sus rasgos. Ella le habló de su manía a los peces, y al mar, aunque no le dijo el porqué. Al despedirse, junto al inicio de la cuesta que llevaba al cementerio viejo, Alex le preguntó si se volverían a ver.

- Quizá, puede que sí. Eso depende del destino – respondió evasivo.

- ¿De la casualidad? – Preguntó ella extrañada.

- O de la magia – acabó él.

Y Alejandra desilusionada terminó su camino, el amigo que parecía que había conseguido hacer, y no es que tuviese muchos, le acababa de dar largas pero bien.

- Vámonos Enrique – dijo mientras agarraba su gargantilla - menudo estúpido ¿no?

Dos días después, y haciendo el mismo camino golpeó sus pies, uno contra el otro, tacón con tacón, y cerró los ojos. Al abrirlos se encontró en el mismo sitio, y sin nadie nuevo a su lado, en la misma cafetería. Así que dándose por vencida cogió su capuchino y enfiló calles grises para ir a cantar cualquier cosa. Tarareaba, mirándose las puntas de los pies, moverse adelante y atrás, adelante y atrás; mientras el sol bajaba entre los árboles, y al levantar la cabeza para contemplar las cruces desvencijadas del camposanto recortarse en el horizonte, vio una figura alta esperando en el inicio de la cuesta. Echó la mano al cuello, y esbozando una sonrisa, susurró a su hermano.

- ¿Ves como la magia existe?

domingo, 17 de octubre de 2010

****Cuidado****


- Siempre hay que guardarse las espaldas, en cualquier momento y circunstancia.

- Pero tienes amigas, ¿no?

- Si, y sé cosas de ellas que dado el caso podrían hacérselo pasar muy mal.

- Pero, ¿ellas también sabrán cosas tuyas?

- Nadie guarda mejor un secreto como aquel que no lo sabe. - y luego lapidó - cierta pelirroja sabe que no se puede meter conmigo porque sé demasiado sobre ella. Y mira que le gusta jugar con la gente.

- ¿Y de mi?

- Me caes bien, no me des motivos para ponerme en tu contra y no tendrás nada que temer...

Se dio la vuelta y se alejó taconeando, clavando su tacón de aguja en cada trozo de confianza que alguien se encargó de romper un día, no muy lejano...

martes, 12 de octubre de 2010

****MEMORIA “HISTÉRICA”****


La suya fue una historia de amor, si, pero les toco vivirla, es decir, sobrevivirla, en una sucursal del infierno en la tierra. Condenados a la ardua tarea de fregar los interminables pasillos con carteles negros cuyas flechas señalaban, tajantes, el camino del krämatorum. Y el caso es que nunca pasaron de lanzarse tiernas miradas, coronadas por un ardiente beso, mientras restregaban sus enormes repollos por el suelo de los barracones. Ni una caricia ni un beso. Allí dentro eran números. Tan solo las dos cifras, 325 y 566, que llevaban tatuadas en la piel. De hecho, ambos lo tenían todo. Recaían sobre sus fatigados hombros todas las premisas que durante aquellos años de terror y miseria, acababan por convertir a un ser humano en un “elemento indeseable”, o sea, en acérrimo enemigo del estado. A saber: uno, Franz, era judío, comunista y homosexual; el otro, Manuel, gitano, rojo y maricón. Le sobraban a ambos los agravantes para permanecer. Encerrados, allí. Hasta el día en que el campo amaneció sin los SS pateando almas a su alrededor. Y se oyeron tiros y cañonazos por todas partes. Y como por arte de magia, aparecieron los primeros soldados estadounidenses. E iban precedidos de nervios, de llantos, de alambradas rotas. 325 y 566 se miraron fijamente por última vez. Y advirtieron, con el corazón encogido, que nunca jamás, hasta el fin de sus tristes vidas, volverían a estar enamorados.


D.C.

***************************************************************************************

No es mio, pero es algo que me llegó mucho... Y para acompañar, temazo de Antonio Orozco e Ivan Ferreiro...

jueves, 7 de octubre de 2010

****¿Quién dijo que el malo no podía ser el prota?****


Vuelvo a la carga con el malo malísimo y malcriadísimo Chuck Bass. El dandy por excelencia, el tío que para mí quisiera... Rico, guapo y retorcido. No te dirá te quiero a menos que llegues al los limites bizarros como él. Le gusta manipular, urdir trampas y declarar la guerra a todo el que se ponga por delante. Con buen gusto para todo desde la ropa, hasta los hoteles, pasando por joyas y limusinas (adora la suya). Excelente olfato para los negocios y para las chicas guapas. Con debilidad para los vicios humanos y divinos. Con un pasado de niño poco querido por su padre. Extorsionista hasta la médula.

Joder, me encantan este tipo de personajes.