Me despierto en medio de la noche. Estoy sola en la cama, lo sé porque tu olor no está aquí, arropándome. Me levanto y apoyo en el suelo los pies, lo cuales llevan esos calcetines color beige suaves que tanto te gustaban. Mi pelo está revuelto y parece un matojo seco. Al entrar en el baño enciendo la luz del espejo, e intento encontrarme en él, debajo de las ojeras, de ese surco grisáceo que hay bajo mis ojos, ése que se ha instalado ahí desde que te fuiste. Mis labios están rojos de tanto morderlos para aguantar el llanto. He intentado seguir tu consejo "respira, come, duerme, despierta y hazlo todo de nuevo, hasta que un día no sea tan duro".
Pero lo sigue siendo, de una manera que me desgarra el alma de tal forma que es casi insoportable. De una forma que es casi imposible mantenerse en pie. Me sostengo contra el lavabo porque sé que si no, mis huesos volverán a dar contra el suelo. Mientras mis lágrimas se van por el desagüe, el cual no distingue si es agua pura o algo más. La piel de mis piernas está de gallina por esa manía mía de dormir sin pantalones incluso en invierno, incluso sin ti.
Ahora intentaré volver a la cama, con tu ausencia, que será la única que me haga compañía mientras intento dormir, para volver a despertar mañana. Aunque no quiera...
Hay ocasiones en que estar sola es incluso más doloros de lo normal...
ResponderEliminarkisses y feliz finde mi querida:d